Burbujas egiptológicas1


Gerardo Jofre 17 de Noviembre de 2008

A veces leyendo las noticias me da la sensación que los descubrimientos en el campo de la egiptología están avanzando a pasos agigantados. Las excavaciones y el estudio de los hallazgos están dando importantes resultados desde hace años. Cada mes hay alguna novedad y en la era de las telecomunicaciones conocemos casi al instante cada nuevo paso que avanzamos.

Gerardo Jofre

Esta impresión me hace meditar sobre el futuro de la Egiptología. Es un pensamiento, una burbuja, una reflexión sobre el destino de esta disciplina. Un interrogante inevitable sobre como será la egiptología del mañana. Es mucho ya lo que se ha excavado en Egipto y aunque todavía queda mucho por descubrir, una vez se haya retirado toda la “arena”, la excavación arqueológica podría quedar relegada a un segundo plano. Podremos haber excavado todo el Valle de los Reyes, pero no hay duda alguna de que este seguirá proporcionando numerosos datos para la Egiptología.

Sin embargo, la Egiptología es una ciencia que tiene sus propios medios y la excavación es sólo uno de ellos. Distintas materias enriquecen el estudio del antiguo Egipto, la tecnología nos abre nuevos campos a la investigación y los objetos que ya fueron estudiados hace décadas, pueden proporcionarnos en un futuro una nueva información. Como dijo Platón “La razón quiere darse cuenta de las cosas y de ahí nace su deseo de saber. Pero cuanto mayor y más poderosa es una inteligencia, menos tiempo emplea en recorrer el dominio del pensamiento, y entonces se encuentra con los límites infranqueables puestos a la especulación humana, al paso que se le presentan y amontonan una multitud de cuestiones que no puede resolver. Cuanto más ardiente sea su deseo de saber, mejor conocerá cuan limitada es la esfera de sus conocimientos, y lo poco que puede comprender en comparación de lo que no puede concebir; y aún en aquello que puede abordar, ¡cuantas incertidumbres y cuántas dudas!” (Platón , Apol. Sócrat., pag.29).

La Egiptología forma parte de esa voluntad humana de alcanzar el conocimiento de aquella civilización y en su ánimo de comprenderla hace uso de las distintas ramas de la ciencia. A cada paso que avanzamos, nuevas dudas nos surgen acerca del país del Nilo. No hay hoy por tanto horizonte alguno para la Egiptología, sino cambios, variaciones en su estudio que se producirán a lo largo de los años. El estudio del ADN de las momias, el uso de complejos programas informáticos o sofisticados aparatos tecnológicos, permitirá extraer más información sobre aquellos restos arqueológicos que un día fueron desenterrados.

No veo un final para la Egiptología mientras exista una sola persona que se empeñe en conocer el antiguo Egipto. Y aunque nuestra existencia es tan breve para poder conocer íntegramente lo que fue aquella cultura, su estudio constante nos ha deleitado una imagen más nítida de aquella civilización. Como dijo Hettinger: “Mientras que la vida del hombre sólo dura un instante y pasa rápidamente como una vana sombra, su mirada abarca la universalidad de los tiempos: la lingüística y la historia hacen comparecer ante él y le reproducen todo el pasado género humano, todo el conjunto de su anterior existencia. La ciencia resucita para que desfilen ante nuestros ojos todos los pueblos de la antigüedad, a partir de los siglos sepultados en el polvo, y evoca una nueva vida en las antiguas ciudades de los muertos”.

La Egiptología, pues, ha trabajado mucho y seguirá trabajando, cuidémosla, saquemos de ella lo mejor para las próximas generaciones.

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